En
una pequeña ciudad, vivía la niña más humilde del bosque con su madrastra
llamada Blanca nieves y sus odiosas hermanastras Risitos de oro y Caperucita
roja.
Cenicienta
trabajaba incansablemente como sirvienta para complacerlas, pues ellas siempre
la maltrataban.
Cierto
día, Cenicienta salió a recoger unas manzanas y fue sorprendida por un pequeño
lobo que le dijo que conocía su situación y quería ayudarla.
Le propuso
que se fuera con él y su vida cambiaría completamente. Cenicienta aburrida por
el maltrato que recibía en su castillo, decidió aceptar su propuesta.
Ella,
apresurada, corrió al castillo por sus apreciadas zapatillas, pues eran lo más
importante que tenía. El lobo la esperaba en las afueras del castillo. Su
madrastra, al ver lo que ocurría, decidió esconder una de ellas. Cenicienta muy
triste bajó y le contó a su prometido lo que ocurría. Él, deseoso de llevarla,
decidió ir al castillo por la zapatilla sin importar el riesgo que corría.
-
Si quieres recuperar la zapatilla debes correr al castillo en busca de ella y
probártela. –Dijo Cenicienta - Así me daré cuenta si en realidad me amas tanto
como lo dices.
El
lobo, al subir al castillo, se tuvo que enfrentar a Blanca nieves y a la maldad
de sus dos hermanastras. Al derrotarlas encontró la zapatilla y se la probó
como su amada lo había dicho. Al ponérsela ocurrió algo extraordinario. El
pequeño lobo se había convertido en un hermoso y apuesto príncipe. Al bajar del
castillo, Cenicienta quedó asombrada al ver cómo el lobo había cambiado y
descubrió que en realidad si la amaba.
De
ahí, partieron a la cueva del nuevo príncipe en busca de la felicidad.
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