7.9.12

HANSEL Y GRETEL EN LA CIUDAD


Gretel estaba cansada de encontrar la nevera sin nada que comer porque Hansel pensaba sólo en su estómago.  Muy hambrientos salieron a buscar comida al supermercado. Tomaron la canasta y la lista de compras.


Al llegar al lugar, comenzaron a llenar el carrito con muchos alimentos. Empacaron frutas, verduras, granos y muchos dulces. En el momento de cancelar echaron mano a su bolsillo.
-Hansel, dame el dinero. No lo tengo en mi bolsillo.
-Yo no tengo hermana.-dijo Gretel angustiado.
-A ver jovencitos, ¿Quieren jugarme una broma?-dijo molesta la cajera.
-No señora de ninguna manera. Olvidamos traer el dinero.
Hansel y Gretel apenados salieron del supermercado. Ya se estaba haciendo de noche y preocupados por volver a casa se perdieron. Gretel, pasó por la vergüenza de pedirle a un señor muy elegante una moneda para llamar a su padre. Se dirigieron a la primera cabina telefónica. El aparato sonó y sonó hasta que la voz de su madrastra contestó:
-Buenas noches, ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
-¡Hola! Somos Hansel y Gretel.-dijo la jovencita apurada- No sabemos en qué parte de esta inmensa ciudad nos encontramos. Creo que nos hemos perdido. Además, ¡No tenemos dinero!
-¡Cálmate nena! Tu padre no se encuentra en casa y yo lamentablemente no me siento de ánimo para salir a buscarlos. Yo no los obligué a que salieran de la casa. Además, no tengo dinero para tirar al cielo. Ya saben cómo está la situación.
-Precisamente salimos a conseguir algo de mercado. No entiendo por qué nos hablas de esta manera.
-En realidad no entiendes.-dijo la mujer riendo a carcajadas.- Obviamente me han hecho un favor. Ahora tendré la atención de tu padre sólo para mí. Creo que la llamada se cortará. Hasta nunca.
Recorriendo las estrechas calles de la ciudad, los chicos sentían mucha hambre y frío y no tenían donde pasar la noche. Además, se dieron cuenta que se acercaba una gran tormenta. Apurados tocaron la ventana de una pastelería que estaban cerrando.
-Niños… ¿Qué hacen a estas horas de la noche por aquí? -dijo la señora de pastelería- pasen por favor, se van a resfriar.
-¡Gracias señora! Usted es muy amable -dijeron los niños.
-Siéntense niños, tengo unos deliciosos pastelitos recién salidos del horno.
Ellos sin pensarlo los tomaron y se los comieron todos sin dejar ni una migaja en la mesa. Veían a la señora como un ángel que llegó para ayudarlos. Era robusta, de cabellos lacios y de nariz fina y puntiaguda. La señora Mazabelina Los dejó dormir en la pastelería con la condición de que le ayudaran al día siguiente a hacerle publicidad a su negocio.
Muy temprano, los niños se levantaron  contentos a asear el lugar. Llegó la señora y vio que todo estaba impecable, los pisos parecían espejos y los implementos de cocina estaban perfectamente ordenados.
-¡Todo se ve muy bien! Ustedes son muy eficientes. Tendrán que hacer otro oficio. Me encanta ver los niños disfrazados de panecillos atendiendo a los clientes que vienen a mi tienda- dijo con un tono irónico y malvado.
-¡Pero señora! Usted nos ha hecho un gran favor pero creo que ya estamos a mano. En verdad estamos agradecidos pero queremos regresar a casa.
-¡Eso  es imposible! Ustedes seguirán siendo los que trabajen para que cada día crezca esta tienda.
Los pequeños no tuvieron opción. Disgustados se colocaron esos atuendos. Salieron al frente de la pastelería e invitar a las personas a que siguieran. Se quedaban mirándolos y los carros pitaban burlándose. No quisieron humillarse más. Entonces Hansel  y su hermana entraron a la cocina y se dirigieron a doña Mazabelina.
-¡No aguantamos más! ¡Nos vamos a casa! -dijo Gretel.
-¡No es posible! Yo los ayudé ayer cuando más me necesitaban. Deben obedecerme. -dijo disgustada. – ¡Los niños desobedientes no me gustan!
Mazabelina se enfureció y quería atraparlos. Los niños querían salir de allí. No tenían con qué defenderse así que comenzaron a tirarle la harina, los huevos y toda la crema que encontraron. Mazabelina parecía una torta arruinada en el suelo. Los niños salieron corriendo. Tomaron un bus cualquiera que los llevara lejos. Aun vestidos de esa manera, se reían a carcajadas recordando cómo se veía la señora.
Los niños llenos de risas reconocieron un parque que solían visitar y allí se bajaron. Por fín llegarían a casa de nuevo.

1 comentario:

  1. está bonita la historia y esos dibujos divinos. felicidades.

    ResponderEliminar